El fin del mundo y un despiadado país de las Maravillas. Haruki Murakami
Veo pasar los días desde la perspectiva de mi sofá. Es un sofá de ante color mostaza que levanta el reposapiés y reclina su respaldo con apretar un botón.
Me gusta apoyar la cabeza en el reposabrazos, quitarme los pantalones y poner las piernas sobre mi marido para que me las amase mientras conversamos un rato. Creo que ronroneo.
Cuando llega el fin de semana elegimos una noche para ver cine en familia. Hacemos palomitas, nos preparamos un refresco y apagamos todas las luces antes de tirarnos en los sofás.
Ayer sábado vimos Rain Man. Pretendo enseñar a mis hijos la música, los juegos, los libros, los cómics y las películas que disfruté tanto en su día y aún me siguen encantando. Quiero compartir con ellos aquello que fue conformando quien soy para tener más en común, para que vean el mundo también desde donde yo lo veo, para que conozcan un pasado que considero mejor, quizá para que lo prefieran.
Si les dejara elegir invertirían todo su tiempo en juegos para la Play. Hay demasiada violencia, ¿Les estarán preparando para la guerra? Me da la sensación de que todo va cambiando a un ritmo que me resisto a seguir. De que, en cualquier momento, el mundo se va a transformar en silicio y nos relacionaremos por internet. ¿O esto está ya sucediendo?
Yo misma me distraigo fácilmente y caigo en la madriguera: Escucho charlas magistrales o monólogos desternillantes y me quedo hipnotizada con las imágenes que se proyectan en mi pantalla móvil. Hablo largos ratos por teléfono con una amiga a larga distancia y pierdo la noción del tiempo en alguna conversación de grupo. Una realidad paralela tan familiar como la física.
Me permito ser Alicia. No conozco a nadie que disfrute como ella una onza de chocolate negro derritiéndose en su boca, el aroma del café recién hecho, música clásica en el silencio de la casa al mediodía, el crepitar de la leña al fuego, el efecto hipnótico de las olas derrumbándose en el mar... Un buen ataque de risa. La impaciencia por contar lo que se le está ocurriendo. Su genuina curiosidad. Su entusiasmo.
Luego despierto sobresaltada. Abro los ojos y reconozco mi sofá pero me han crecido orejas blancas. Miro el reloj. Mi reloj no marca la hora sino los años transcurridos, esos que no tengo ya. Y no consigo recordar qué es lo que he estado haciendo. Miro a mi alrededor y en cierto modo me tranquilizo. Me gusta lo que veo, parece que me va bien: Tengo un marido que me adora, tres hijos inteligentes y un sofá reclinable de ante color mostaza. ¿A qué más puedo aspirar? Sin embargo persiste en mí la sensación de haber perdido mucho tiempo. Aún queda muchísimo que aprender y miles de ideas por escribir. Tengo, junto al sofá, un carrito de madera que he convertido en revistero lleno de libros esperando vez. Esta imagen por sí sola me dispara la ansiedad.
Quisiera inyectarme una sustancia que me acelere las ganas de llevar a cabo todos los proyectos que se amontonan en mi cabeza, soy muy consciente de que a mi paso de vals nunca me daría tiempo. Doce dosis de motivación en vena, algo de efecto inmediato capaz de arrastrarme fuera de este País de las Maravillas en el que suelo habitar.
Y, a continuación, protesto: –No sé por qué me impongo obligaciones cuando tengo tiempo libre. ¿Qué es lo que me habré contado? ¿Cuándo me convencí de que esto era lo que quiero?
Este ejercicio de contraespionaje en que me sorprendo a mí misma saltando de personalidad entre conejo y Alicia no significa más que la constatación de que así son las cosas y así van a seguir estando y, sin embargo, tengo la extraña impresión de estar descubriendo algo. Escucho dentro de mí una voz reconciliadora:
“Puedes tranquilizarte, no te hace falta reloj. Divide hasta el infinito cada momento presente, este es el secreto de la intemporalidad. Aquí tienes el sofá, disfrútalo para siempre”.
El conejo muy contento se dispuso a escribir frenético reclinado en el sofá todas las ideas que tenía pero, de pronto, se paralizó en el título: "La soledad de mi empeño".
Y, en ese preciso momento, el conejo desistió.
"(…) me volví a encontrar a compás, escuchando el reloj (…) cuando padre me lo dio dijo (…) Te lo entrego no para que recuerdes el tiempo, sino para que de vez en cuando lo olvides durante un instante y no agotes tus fuerzas intentando someterlo. Porque nunca se gana una batalla (…) El campo de batalla solamente revela al hombre su propia estupidez y desesperación, y la victoria es una ilusión de filósofos e imbéciles."
El ruido y la furia. William Faulkner.
In the Aeroplane Over the Sea. Neutral Milk Hotel.
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What a beautiful face
I have found in this place
That is circling all around the sun
What a beautiful dream
That could flash on the screen
In a blink of an eye and be gone from me
Soft and sweet
Let me hold it close and keep it here with me
And one day we will die
And our ashes will fly
From the aeroplane over the sea
But for now we are young
Let us lay in the sun
And count every beautiful thing we can see
Love to be
In the arms of all I'm keeping here with me
What a curious life
We have found here tonight
There is music that sounds from the street
There are lights in the clouds
Anna's ghost all around
Hear her voice as it's rolling and ringing through me
Soft and sweet
How the notes all bend and reach above the trees
Now, how I remember you
How I would push my fingers through your mouth
To make those muscles move
That made your voice so smooth and sweet
And now we keep where we don't know
All secrets sleep in winter clothes
With one you loved so long ago
Now he don't even know his name
What a beautiful face
I have found in this place
That is circling all around the sun
And when we meet on a cloud
I'll be laughing out loud
I'll be laughing with everyone I see
Can't believe
How strange it is to be anything at all
I have found in this place
That is circling all around the sun
What a beautiful dream
That could flash on the screen
In a blink of an eye and be gone from me
Soft and sweet
Let me hold it close and keep it here with me
And one day we will die
And our ashes will fly
From the aeroplane over the sea
But for now we are young
Let us lay in the sun
And count every beautiful thing we can see
Love to be
In the arms of all I'm keeping here with me
What a curious life
We have found here tonight
There is music that sounds from the street
There are lights in the clouds
Anna's ghost all around
Hear her voice as it's rolling and ringing through me
Soft and sweet
How the notes all bend and reach above the trees
Now, how I remember you
How I would push my fingers through your mouth
To make those muscles move
That made your voice so smooth and sweet
And now we keep where we don't know
All secrets sleep in winter clothes
With one you loved so long ago
Now he don't even know his name
What a beautiful face
I have found in this place
That is circling all around the sun
And when we meet on a cloud
I'll be laughing out loud
I'll be laughing with everyone I see
Can't believe
How strange it is to be anything at all
Bueno, bueno, bueno. JOSECHU
ResponderEliminarQue territorios tan familiares! Mi sofá es claro...no tiene botón, pero también favorece el difícil equilibrio entre la guardia y el relax!
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