Le han hecho todo tipo de pruebas diagnósticas, de audición, metabólicas, genéticas... Tests de Wechsler, exploraciones físicas y electroencefalograma.
Lleva puestos más pinchazos que la mayoría de niños a su edad... (Al menos le ahorré la perforación de las orejas. Que decida, como yo, cuando tenga edad para hacerlo).
Ha recibido clases en un centro de estimulación infantil y ahora en casa.
A sus once meses me alertó mi hermano médico:
- ¿la ha visto el pediatra últimamente? Estoy sospechando autismo.
No me lo creo.
Consulto internet, comparo síntomas, la observo y de repente no la reconozco, la siento en el suelo e impaciente me invento pruebas determinantes para demostrarme que todo está bien, descarto, lo vuelvo a discutir con Josechu y se mantiene firme en su certeza... me hace volver a dudar. Me convenzo, analizo las consecuencias, lloro por los rincones, me informo, preparo mentalmente un plan de acción que inicia el proceso hasta hoy.
Hasta ese horrible seis de abril estaba disfrutando del bebé más lindo del mundo. Aún no creía mi suerte, había parido a la niña que siempre quise tener. Era tan buena... Parecía una pepona. Pasé por un embarazo tan difícil que me resultaba imposible que todo hubiera salido bien. Yo bromeaba al respecto:
- ¿y cómo sé que no sufrí un trauma y ando con mi psicosis paseando a una muñeca?
Llegó un momento en que mi máxima aspiración era que mi hija pudiera de mayor ser independiente. Me preparé para lo peor. Fue especialmente duro aceptar el hecho de que nunca me iba a abrazar, que no tendría emociones. Pero este ejercicio mental me hizo entender tantas cosas...
María no es autista, ni siquiera discapacitada, tengo informes concluyentes. Se ha estado tomando su tiempo y por fin se ha puesto al día. Es seria, como su madre, pero se le adivinan gestos de ironía. Te vacila levantando cuello y cejas mientras cierra lentamente los ojos. Se ríe a carcajadas cuando su hermano mayor le tira agua en la bañera. Puede contar hasta veinte... en español y en inglés. Identifica números y colores. Hace puzzles sencillos y le encanta "dibujar".
Pronuncia con su vocecita de la manera más dulce: "zhsapatozsh", "prinzhsezsha", "zhsí". Me la quiero comer cada día.
Continúan las pruebas para dar con el diagnóstico, por saber cuál es la posible causa de su retraso madurativo, por hacer lo que me corresponde. Nada me preocupa ya. Vuelvo a disfrutar de mi niña después de casi todo un año. María es lista, muy lista...
Y que nadie me diga lo contrario.
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