En un estudio publicado por el British Medical Journal, se analiza el tiempo de vida que se pierde con cada cigarrillo. Teniendo en cuenta los datos recabados, considerando el promedio y aplicando factores de corrección, se calculan 11 minutos.
Yo no fumo, no he fumado nunca. Es posible que haya reducido mi esperanza de vida con pruebas diagnósticas invasivas, hábitos alimenticios poco saludables y excesivo sedentarismo. A lo que me opongo es a acortar los días que sí me corresponde vivir.
El fin de semana pasado coincidíamos "mi líder espiritual" y yo: Yo no fumo, no he fumado nunca. Es posible que haya reducido mi esperanza de vida con pruebas diagnósticas invasivas, hábitos alimenticios poco saludables y excesivo sedentarismo. A lo que me opongo es a acortar los días que sí me corresponde vivir.
- Me niego a preparar algún plato que me lleve más tiempo del que tardo en comerlo.
Entiendo a quien disfrute cocinando. Yo misma he jugado a ser alquimista alguna vez.
Me encierro en la cocina, coloco la receta sobre el atril y voy sacando ingredientes.
Pelo, troceo, sofrío, reservo, pongo a hervir, reduzco, añado poco a poco, remuevo... Ejecuto estos gestos en una estructurada coreografía mientras los vapores humedecen el ambiente. Si entre tanto pongo música, me sirvo una copa de vino y surge una interesante conversación, puedo hasta divertirme.
Conozco la satisfacción de exhibir el plato en la mesa cuando además caen elogios. Pero tanto interés me tomo sólo en ocasiones extraordinarias:
o convocamos a comilona o en fechas muy especiales...
porque si dedico más de quince minutos cada vez que preparo algo, me quedo sin tiempo para lo que de verdad quiero hacer.
Por suerte mi suegra nos llena la nevera de provisiones siempre que viene a vernos y Guillermo ha descubierto su nueva faceta culinaria. No me queda más remedio, -suele decir resignado-.
Anteayer vinieron a instalarme fibra óptica. Me habían llamado la semana anterior para convencerme de la conveniencia de este nuevo servicio con la promesa de multiplicar por diez la velocidad en la red. Hacía poco venía yo reflexionando sobre todo esto y decidí ahorrar minutos a mis rutinas diarias.
Esperar a que se cargue una página de internet, a que alguien se decida a coger el teléfono cuando llamo para pedir una cita mientras una musiquita me va taladrando el cerebro, a que el microondas acabe de calentar la leche... me deja la sensación de "estar apestando a tabaco".
Tengo que ingeniármelas para rellenar de forma útil todos estos lapsos.
Se admiten sugerencias.
Esa misma mañana me encontré con un amigo y hablamos durante un rato. Andaba haciendo tiempo mientras su mujer terminaba de prepararse.
(Siempre me recordó a un león dando vueltas en su jaula, impaciente por salir a probar fuerza y resistencia hasta acabar agotado).
- ¿No sabías que la vida consiste en esperar?, me dice por el mosqueo del momento más que como reflexión.
... O al revés.
Y aquí estoy escribiendo, recostada en mi sofá mientras espero...
a que el reloj marque las cuatro para ir a buscar a los niños.
Entra el sol por los cristales, la ventana semiabierta, silencio absoluto en casa; se escucha un pájaro en el jardín... (ladrido y motor a lo lejos). Tengo una botella de agua helada sobre la mesa y acabo de consumir dos horas...
Me sobran noventa minutos. Me voy a tocar el piano.
- Buenos días - dijo el principito.
- Buenos días - dijo el mercader.
Era un mercader de píldoras especiales que aplacan la sed. Se toma una por semana y ya no se siente necesidad de beber.
- ¿Por qué vendes eso? - dijo el principito.
- Es una gran economía de tiempo - dijo el mercader -.
Los expertos han hecho cálculos. Se ahorran cincuenta y tres minutos por semana.
- ¿Y qué se hace con esos cincuenta y tres minutos?
- Se hace lo que se quiere...
"Yo - se dijo el principito -, si tuviera cincuenta y tres minutos para gastar, caminaría tranquilamente hacia una fuente..."
"El Principito" Antoine de Saint-Exupéry
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