Yo le tengo que dar la razón. Lo que parece obvio ha de probarse con documentos oficiales para que la Administración te conceda lo que es tuyo. Mi sobrina ha decidido casarse y lo va a hacer hoy. “Por lo criminal”. Y no es que se haya convencido pero, contra su vocación, ha adoptado dócilmente las formas establecidas siguiendo un razonamiento muy superior que es el del sentido práctico.
Está embarazada de su tercer hijo y se le ha ocurrido de repente, porque Raquel es un continuo de repente, que si muriera en el parto dejaría a su familia –tengo que repetir: su familia–, pendiente de un solo sueldo con lo dificilísimo que lo tenían ya y una pensión de viudedad podría facilitar las cosas. Así que un arrebato protector que surge de este hilo de pensamiento le impulsa ahora a casarse. Lógica caótica podría parecer, no más disparatada que el pensamiento colectivo tan prêt-à-porter, tan irreflexivo. Y será princesa por un día aunque posiblemente le hubiera apetecido más un buen plan de escalada.
Así es y así ha sido siempre. Un contrato no le puede añadir valor a lo que ya era valioso, aunque los más tradicionales respirarán más tranquilos presuponiendo ahora estabilidad y compromiso. La Administración puede desconfiar, es su naturaleza, pero el matrimonio no lo demuestra un papel firmado sino la voluntad de permanecer que se renueva cada día. Por eso los que les conocemos bien no deberíamos haber dudado. Como decía Raquel, esto es un Aniversario. Ellos llevaban casados ya seis años y no nos habíamos dado cuenta.
YouTube (Baile inaugural)
No hay comentarios:
Publicar un comentario