y tengo que sucumbir.
Schumann en 1839 |
Mayor credibilidad merece la historia de Schumann, quien ideó un mecanismo para fortalecer su dedo anular y llegar a tocar como aquéllos a los que admiraba. Por lo visto el artilugio lesionó definitivamente su mano derecha y no pudo dar ya más conciertos. Se limitó a componer y a envidiar a los virtuosos.
¡Pobre genio del montón que ambicionaba sueños volátiles!. Un alma atormentada con trastorno bipolar y siempre enfermo de sífilis. El súmmum del romanticismo.
Modificar la morfología del cuerpo para adaptarla a tus necesidades lo encuentro desafiante y casi razonable a la vez. Se trata, en realidad, de superar los propios límites, y se sentirá algo así como (me intento poner en situación), la Balada No. 1 en sol menor -reservada para los que osan enfrentarse a ella-, más libre.
Me lo contaba un compañero al asomarse a la partitura que me ha tenido ocupada estas dos últimas semanas. Él toca la guitarra clásica, y cuando, por su anatomía -manos de tamaño medio-, no es capaz de pisar los imposibles acordes de la obra original, recurre a los alternativos, que sugiere el editor, con los que al menos, conseguir reproducir este mundanal ruido.
"Frédéric Chopin" Retrato inacabado por Eugène Delacroix |
Yo me quedo satisfecha con la versión adaptada para mediocres.
La tocaré para Alicja, mi antigua profesora de piano -tan polaca como Chopin-, que me corregirá ochenta y ocho errores y me seguirá dando ánimos.
Mu! Bien! :)
ResponderEliminarNo te burles, pienso mejorar. ;-P
EliminarEstoy deseando oír la versión, adaptada o no, pero tocada por ti.
ResponderEliminarCreo que se puede desde un ordenador. He seguido practicando y mi profe de piano me ha corregido un montón, así que ya te daré un "concierto" la próxima vez que vengas a casa, Muack!
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