lunes, 15 de octubre de 2018

DE LA EVOLUCIÓN DE LA LENGUA (II)

El 17 de julio de 2017 la RAE acepta "iros" como forma imperativa afirmativa de la primera persona del plural del verbo "ir". Lo tuitea Pérez-Reverte: “Tras mucho debate, pues nadie decía idos o íos. Ya se puede usar sin complejos. Será oficial en otoño".

Ésta mi madre se la sabía. "Idos, que no quiero vervos" solía decir casi burlándose de esta forma verbal artificiosa. Yo lo aprendí de ella y mi sentido de la ortodoxia me obligaba a utilizarlo aun considerándome repelente pero no recuerdo haberlo estudiado en el colegio. 

También "se sabía" el pleonasmo vicio como ella lo llamaba para meterse con quien usaba palabras que [ni hacen falta en la locución ni le añaden belleza alguna] "Falso pretexto o sorpresa inesperada" para diferenciarlo del pleonasmo intencionado que sirve para enfatizar una expresión "Con mis propios ojos”. 

Mi madre conocía este tipo de figuras retóricas y otras curiosidades aunque, como buena cántabra, era laísta "la gustaba" y nunca fue capaz de hacer buen uso del condicional: "si sería" ni de desprenderse de la ese en las segundas personas del pretérito de indicativo: "perdistes". Pero sé que distinguía la forma correcta porque yo, durante años, le corregía cada vez. He llegado a pensar que lo hacía para molestarme.

Sospecho que esta noticia ha servido para que una mayoría se esté informando por primera vez de cómo se decía correctamente y habrá quien comience ahora a utilizarlo. ¿Será una estrategia propagandista de la Academia –consciente de su desconocimiento y desuso– para rescatar y divulgar la forma "culta" de este imperativo? 


Yo era hasta tal punto nostálgica que, de haber tenido influencia a lo largo de la historia en la evolución de la lengua seguiríamos hablando el lenguaje de Don Quijote. Ahora rectifico aquella actitud, llevo un tiempo ejercitando elasticidad y entendederas y he ganado, como poco, en serenidad y sosiego. 

Hoy mi lado oscuro se recrea en imaginar a un tipo engolado y prepotente –un indignado– que induce al bostezo con cada nueva protesta pero le gusta tanto escucharse que no es capaz de adivinar el impacto de su discurso en otros. Suele jactarse de su voz radiofónica y su corrección lingüística además de su vasta cultura enciclopédica, ¿pleonasmo vicio? Mi imaginación es justiciera y coloca a este sujeto en un debate entre compañeros en el mismo momento en que se le escapa un “iros” poco después del indulto. Pero él es el único desinformado así que los demás aprovechan el resbalón para llevarse una mano a la boca y señalarle con la otra. Su pomposo alegato sin salida le va poniendo en evidencia. Caricatura de la rigidez. Siento un placer especial cuando cada cosa vuelve a su sitio. 

Pero este tipo no bajará la cabeza reconociendo el error porque es un hombre de recursos. Emplea perífrasis o laberintos verbales que no significan nada pero permanecerán sin réplica por ser precisamente incomprensibles. Y dirá la última palabra, por agotamiento del adversario, como se vence a un boxeador por k.o. técnico porque no se sobrepone a la fatiga.

Pero también soy idealista y elijo pensar que con este tipo de decisiones la Academia nos va haciendo más tolerantes, nos permite evolucionar y que en algún rincón de esta cabeza engominada también se ha producido un cambio, un –al menos– "darse cuenta” de la inconsistencia de su postura.

P.D1. Siguiente objetivo para mi adaptación evolutiva: que me caiga hasta simpático el tipo de la gomina.

P.D2. Ahora que me acuerdo, el tipo no llevaba gomina.

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