martes, 29 de enero de 2013

LA ÚLTIMA DE TARANTINO

Continúa mi maratón personal para ver las películas oscarizadas antes del 24 de febrero y ayer sacamos entradas para "la última de Tarantino".

Fuimos a verla con la expectación y los nervios del que se sube a una montaña rusa cuyo vagón va ascendiendo lentamente por los rieles hasta la primera caída. Habrá quien prefiera evitarse el mal rato, otros darse un chute de adrenalina, supongo. Yo elijo poner la mente en blanco y esperar.

Ahí dentro te ocurre de todo. Sientes un indescriptible placer visual por la estética del conjunto. 

Extensos paisajes vírgenes, interiores cuidados al detalle, un vestuario de lujo, el brutal sex appeal del protagonista con el pelo aún largo y zamarra ensangrentada o el incuestionable atractivo del nominado a mejor actor de reparto. Todos ejemplos del estudiado manual de estilo del director. Logra transportarte en el tiempo a un entorno tan elegante como hipócrita. Los inteligentes diálogos son de una impecable estructura y exquisito vocabulario. 

Quentin manipula a su público a voluntad alternando giros inesperados, golpes geniales de humor, imágenes de extrema violencia y épica historia de amor con final feliz. Te obliga a cerrar los ojos en alguna escena de insoportable realismo o a levantarte revuelto a mitad, (como una pareja que teníamos delante). Te convulsiona, te agita, te pone del revés. 
Sales de la sala aún tambaleándote por la impresión. Cuando por fin consigues recuperar el equilibrio te pones a decidir qué pensar sobre lo que has presenciado.






        - Pero, ¿era necesario este festival de sangre?        
        - Por cierto, ¿tú crees que salpica a borbotones cuando te acribillan a tiros?

En ocasiones como ésta, el corazón me late desacompasadamente. Había estado sintiendo una incómoda fatiga durante la mayor parte del tiempo y yo misma me planteé levantarme de la butaca. Sin embargo se me ocurre que sólo así se puede experimentar algo remotamente parecido al terror de imaginarte amenazado de muerte. Te formas una idea de lo que es la esclavitud y comienzas a pensar que después de todo, la historia no ha cambiado tanto. Que siguen sucediendo atrocidades cada día. 

Es entonces cuando te identificas con el cobarde que consiente en silencio porque ha tenido la suerte de acabar naciendo en el lugar oportuno. Me pregunto si ésta ha sido la reflexión del director.


Esta mañana he visto parte de la entrevista que el periodista británico Krishnan Guru-Murthy le hizo para promocionar "Django desencadenado". 
Me sorprendió el exabrupto de Tarantino a la tan repetida pregunta: ¿Existe una relación directa entre el gusto por la violencia en su obra y el gusto por la violencia en la vida real?
- I'm not biting. I refuse your question. I'm not your slave and you are not my master. I'm not a monkey.
Sin duda el directo no te deja reflexionar hasta dar con la respuesta adecuada, pero fue tal su torpeza verbal y su manera de tartamudear que empiezo a sospechar que alguien le escribe los guiones.

Desde luego la filmografía de Tarantino no es apta para desequilibrados impresionables y así debería constar en su calificación. Como tampoco lo es la de Stanley Kubrik o Francis Ford Coppola para según qué enfermo mental. Pero nadie se lo cuestiona y en cualquier caso, se les permite estrenar.


Quizá, si la víctima de su propio delirio creativo fuera él mismo... si una noche de éstas le estuviera esperando un admirador exaltado a la puerta de su restaurante favorito para, en un arrebato de inspiración, pegarle un tiro en los genitales que lo hiciera morir desangrado, los críticos, pacifistas todos, aún escandalizados por lo que acaba de suceder, convengan en que muy probablemente se lo tenía bien merecido...

por maleducado y por prepotente.


YouTube Entrevista promocional a Quentin Tarantino por "Django desencadenado"


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